San Luis Versiglia y Calixto Caravario, son los primeros mártires salesianos, que además eran misioneros
Luis Versiglia
Nacido en Oliva Gessi (provincia de Pavía, Italia) el 5 de junio de 1873.
A los 12 años de edad ingresó en el oratorio de Valdocco, donde conoció a San
Juan Bosco. Ordenado sacerdote en el año 1895, en 1906, tras haber sido
director y maestro de novicios en Genzano (provincia de Roma), dirigió la
primera expedición misionera salesiana a China, donde abrió la misión de Shiu
Chow. Aquí le llegó el nombramiento de vicario apostólico y, poco después (9 de
enero de 1921), fue consagrado obispo.
Fue un verdadero pastor entregado completamente a su grey. Dio al
vicariato una sólida estructura con un seminario, casas de formación,
proyectando él mismo varias residencias y casas de acogida para ancianos y
necesitados. Cuidó con claridad la formación de los catequistas: “El misionero
que no está unido a Dios es un canal que estanca el agua que surge”; “El
misionero que reza mucho, hará mucho”. Como Don Bosco, es un ejemplo de trabajo
y templanza.
Calixto Caravario
Nació en Cuorgné (provincia de Turín) el 8 de junio de 1903. Fue alumno
del Oratorio de Valdocco. Todavía se encontraba en periodo de formación inicial
cuando marchó a Macao y después por dos años a la isla de Timor, edificando a
todos por su bondad y celo apostólico. El 18 de mayo de 1929 enviado a Shiu
Chow, monseñor Versiglia le ordena sacerdote y lo envía a la misión de Linchow.
En poco tiempo visita a todas las familias y gana la simpatía de los muchachos
de la escuela. Mientras tanto la situación política de China se hace muy tensa,
sobre todo en relación a los cristianos y los misioneros extranjeros.
La historia de su martirio
Cuando se inician las persecuciones en febrero de 1930, Monseñor
Versiglia y don Caravario viajan juntos para hacer la visita pastoral a la
misión de Linchaw. Durante el viaje, el 25 de febrero, un grupo de piratas de
orientación bolchevique detiene la barca del obispo, para capturar a tres
catequistas que iban en la barca de los misioneros. El obispo y don Caravario
lo impiden con todas sus fuerzas por defender la incolumidad y virtud de las
tres jóvenes cristianas. Ambos misioneros fueron asesinados en Li Tau Tseu, a
orillas del río Lin Chow. La autenticidad de su martirio fue reconocida por
Pablo VI en 1973. Juan Pablo II los proclamó beatos el 15 de mayo de 1983 y
santos el 1 de octubre de 2000.